La presencia de Dios

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No tengas temor de ellos, porque contigo estoy yo para librarte, dice el SEÑOR. (Jeremías 1:8)

Dios nos da una razón muy poderosa por la cual no debemos temer. Esa razón es SU PRESENCIA.

Permanecer en su presencia, buscarle y pedirle que Él esté con nosotros, aunque lo haya prometido, es demostrarle que lo anhelamos intensamente.

El temor es en alguna medida la separación de Dios. Así lo describen las Sagradas escrituras desde cuando Adán y Eva pecaron. Ellos se escondieron porque tuvieron miedo. Sin embargo antes del pecado, ambos dialogaban abiertamente con Dios al aire del día. (Génesis 3:8-10)  

Si estamos seguros que la presencia del Señor está con nosotros, nada debería intimidar nuestro corazón.

Dios conoce los peligros que asechan nuestra vida, es así que Él declara: “Estoy yo para librarte”

Dios entonces es nuestro protector, Él es nuestro refugio; por cuanto nos libra, a Él debemos acudir y en Él debemos refugiarnos.  

Dios es nuestro castillo, Dios es nuestra Roca de salvación y pronto auxilio en las tribulaciones. A Él sea dada toda  la gloria por los siglos de los siglos.

 En tu presencia Señor descanso encuentro,

Porque eres refugio seguro en todo momento.

Nada tiene el poder de perturbar nuestra alma,

Porque Jesús disipa el temor y nos da la calma.

Tú has abrazado mi corazón para no temer,

Has hablado personalmente a todo mi ser.

 
Tu presencia me basta para vivir confiada,

Pues estando tú a mi lado estoy protegida.

Tú me amparas bajo la sombra de tus alas,

Para así vivir sin temor de ser lastimada.

No te turbes alma mía, ¡No temas por nada!

Estás abrigada por el Señor para toda la vida.