Presencia de Dios

LA EXPERIENCIA DEL DESIERTO
 

 


Por tanto, Así ha dicho el SEÑOR: “Aunque los he arrojado lejos entre las naciones, y aunque los he dispersado por los países, sin embargo les seré por un pequeño santuario en las tierras a donde lleguen. (Ezequiel 11:16)

Los creyentes en el Señor Jesucristo, en muchas ocasiones podrían ser transportados a lejanas tierras para incrementar su búsqueda y fortalecer su íntima comunión.

No somos nosotros quienes debemos procurarlo, pues, Dios se vale de sus propios recursos y usará el momento adecuado para que sea cumplido su propósito.

¿Qué sucede en el tiempo de este “desierto”?
-Conocemos más de cerca al Señor.
-Dios se convierte en nuestro único refugio.
-Aprendemos a adorarlo en espíritu y en verdad.
-Nuestra mirada se enfocará más en Él, y no precisamente porque sea un deseo humano, sino porque primará lo excelso: La presencia de Dios que aviva nuestro corazón.
-Crece el amor en esta etapa de nuestra vida.
-Hay revelación de su carácter, lo cual nos hace ser más sensibles para escucharle.
-Nuestra atención estará direccionada hacia su rostro y no hacia sus manos en espera de recibir más.
-Comprenderemos que Dios tiene mucho que decirnos y justo Él estaba esperando este momento.

Me atrevo a declarar: Señor, tú planeaste este "destierro" para que yo me arrojara en tus brazos.

Hay varios desiertos por los que debemos pasar los creyentes cuando se trata de conocer más a Dios. Por esos desiertos pasaron Moisés, Jacob, Elías (para mencionar algunos ejemplos), y pasamos tú y yo
Es en ésta experiencia: “La experiencia del desierto” donde se marca una gran diferencia en la historia de íntima comunión de un creyente, así como se marcó en el salmista David cuando al experimentar la presencia del Señor dijera:

“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.” (Salmos 16:11)

Gracias Señor porque has demostrado amarme,
Al enviarme muy lejos, a tierras extranjeras.
Mas por tu gracia has hecho como tú querías,
Entonces nunca jamás podré de ti separarme.
Porque has marcado mi vida como lo decías,
Tú en varias ocasiones siempre me advertías,
que esto sin lugar a dudas tendría que pasarme.
 
El Señor me ha hablado y me lo sigue diciendo.
Que me ha enviado a naciones extranjeras.
Me ha esparcido aunque por un poco de tiempo,
Pero también me ha prometido ser un templo,
Un santuario aunque en pequeña manera.
Tú me has sustentado hasta la hora postrera,
Digo con toda certeza que si así no fuera,
Ya habría exhalado hasta el último aliento.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Cómo Vencer El Temor

Lo Invisible de Dios

Desde lo Alto

¿ERES O NO ERES?

EL HORNO DE LA AFLICCIÓN

NO SERÁS AVERGONZADO

DE NOCHE Y DE DÍA

¿FE O JUSTICIA?

NO TEMAS...

¡DE TODO CORAZÓN!