EL HORNO DE LA AFLICCIÓN

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He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción. (Isaías 48:10)

Aquí tenemos tres palabras en las cuales podemos fijar nuestra atención porque son centrales: 

1-Purificado  

2-Escogido  

3-Aflicción.

Partamos del hecho de que somos hijos de Dios y él nos ha llamado. De que hemos sido escogidos por medio de nuestro Señor Jesucristo para ser santos y sin mancha. (Efesios 1:4)

Esta descripción que hace el apóstol Pablo nos da una buena introducción para el tema de hoy.

Aunque tenemos tres palabras claves, por decirlo de alguna manera, la que más resalta entre ellas, según mi óptica, es la aflicción. Parece que, por ser escogidos, necesitamos inevitablemente la purificación; pero no sin antes pasar por la aflicción. ¡Oh qué manera singular de Dios tratar con nuestro corazón!

El Señor en su soberanía se puede valer de sus recursos para producir en sus hijos un carácter semejante al de él. Entonces, para que esto suceda, él "echa mano" de un recurso llamado La Aflicción. De esta aflicción (pruebas, dificultades, tribulaciones...) habla las Sagradas Escrituras en muchos de sus apartes diciendo que es Necesaria. Por tal razón, evadir la aflicción, la cual es como la plomada de nuestra madurez sería poco sabio, y procurarla sería la peor necedad.

La aflicción es semejante a un horno donde se quema la escoria del oro. Es entonces el horno de la aflicción, donde pasamos la prueba y se determina el grado de calidad; de tal modo que, mientras estemos en buenos momentos no podremos mostrar quiénes somos realmente. Pero después de haber sido procesados, los resultados serán evidentes.

El horno de la aflicción es similar a una prensa o a un machacador que usa la experiencia del dolor para hacer salir lo que está dentro. Esto podría ser comparado con el proceso de la Oruga para convertirse en mariposa.

Ahora bien, si sentimos dolor es porque nuestro yo está muy vivo y se resiste a morir. La escoria es parte de nuestra vieja naturaleza. Es algo fuertemente arraigado que no quiere obedecer el llamado de pureza y santidad.

Dios nos ha hecho un llamado a la santificación,

Pero nos ha escogido en el horno de aflicción.

Mientras más dolor experimento es una señal,

De que algo está muriendo en el hombre natural.

Esta vieja naturaleza hombre o mujer es igual,

Sufren de tal manera para su transformación.

El horno de la aflicción nos promueve,

Puede elevarnos al nivel que Dios quiere.

Es como quitar la infección de una herida,

Para que así se manifieste la nueva vida.

La sanidad es un proceso que toma un tiempo requerido,

 Sin necesidad de antisépticos hasta alcanzar total curación.

Es entonces el horno de aflicción lo que Dios ha elegido,

Para darnos refinamiento y purificar nuestro corazón.

Seguramente si hubiera otro medio curativo,

 Sin la experiencia del dolor para poder vivir.

Que nos condujera a los mismos resultados,

Ya Dios sin duda alguna los habría utilizado,

Porque Él nos ama y no quiere vernos sufrir.

Así que, estimado amigo lector y hermano,

Si está pasando por momentos de aflicción.

Sepa que está siendo amorosamente procesado,

Está en las manos del alfarero que le ha llamado,

Para formar su carácter y sea usted de bendición.