Alegría


¿SABES POR QUÉ ESTÁN ALEGRES?
 
Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado. (Nehemías 8:12)

Cuando se oye la Palabra de Dios y no se entiende no se puede dar el fruto que ella produce. Es necesario entonces oír y entender espiritualmente para ver el resultado. Dios envía su palabra de tal modo que al ser entendida su propósito sea cumplido. Pero para que sea entendida alguien debe enseñarla. He aquí la responsabilidad del maestro en ayudar a entender la Palabra de Dios, y entonces no seremos solamente oidores sino hacedores.
Viene a mi memoria la historia de un Etíope eunuco que venía de Jerusalén de adorar. El Eunuco Estaba leyendo las Sagradas Escrituras sentado en su carro sin poder entender. Se le acercó entonces Felipe y le dijo:

“pero ¿Entiendes lo que lees?” El eunuco le dijo: “¿y cómo podré si alguno no me enseñare? “Y rogó a Felipe que se subiera y se sentara con él… “(Hechos 8:26-40)

Alguien se podría identificar con esta historia?
Leyendo la Biblia y adorando , pero todavía no hay suficiente entendimiento?

Cuán importante es escuchar la Palabra de Dios y el poder recibir a tiempo su enseñanza. Pero también qué importante es que ella sea entendida y aplicada en la vida personal.
Siempre que haya en el corazón el deseo de recibir la Palabra, Dios que es justo y misericordioso enviará a alguien que nos ayude a entenderla.

¡Oh, que me sea dada la sabiduría del Señor para enseñar su Palabra! ¡Porque quiero ver el gozo de aquellos que la entienden!
¡Que la sabiduría de Dios esté en mí para poder transmitir el mensaje directo al corazón y que el mensaje sea claro y entendible, porque….

“Cuando alguno oye la Palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón.” (Mateo 13:19)

 Hagamos nuestra labor con regocijo,

Enseñando la Palabra a quienes la quieran oír.

Porque esta Bendita Palabra el Señor lo dijo,

Llevará fruto en abundancia para poder vivir.

 
Que siempre haya gran gozo y alegría,

En el pueblo hambriento por la Palabra.

Y que esté yo dispuesta cada día,

A enseñarla como Jesús nos manda.

 

No debe ser una carga o una forzosa obligación,

Debe ser un gran regocijo si se hace con amor.

Porque viendo tantas vidas alegres y salvadas,

Esto es suficiente para ir a enseñar la palabra.

Y cuando ellos entienden que Jesús les ama,

Le abren sus corazones sin ninguna dilación.

 

Hoy es el tiempo de conquistar corazones,

Hay personas hambrientas del pan divino.

Que coman y beban y obsequien porciones,

Y disfruten con gozo por haber entendido.

 

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