¿ERES O NO ERES?
¿PUEBLO
DE DIOS?
Pues el SEÑOR no desamparará a su pueblo, por
causa de su gran nombre; porque él ha querido hacerlos pueblo suyo (1 Samuel 12:22)
Quien tiene la certeza de ser pueblo de Dios, tiene también la seguridad
de la protección divina, pues, el Señor ha declarado que no desamparará a “Su
Pueblo”.
Cuando Dios dice: “Por causa de su gran nombre” es una declaración donde Él se compromete. Es un
juramento que se cumplirá al pie de la letra; pues es su reputación, su propio nombre que pone
como garantía.
Ahora bien, el hacernos su pueblo ha sido una elección de su soberana voluntad,
“porque él ha querido hacerlos pueblo suyo” no por nuestro merecimiento, ¡No en absoluto! Pero
esta decisión debe ser aceptada por la fe, para tener parte en sus promesas.
Como pueblo de Dios no solo llevamos ese nombre para
recibir las promesas, sino para adquirir compromisos que
dicho sea de paso, ¡Son compromisos de honra!
Como pueblo de Dios adquirimos responsabilidades,
porque al estar unidos a un Dios responsable,
esta unidad nos conduce al cumplimiento de una misión que es proclamar las
virtudes de su Reino.
Como Pueblo de Dios recibimos un
llamado a predicar el
evangelio del Señor Jesucristo, ya que hemos sido sacados de las tinieblas y
trasladados a la luz admirable para cumplir con ese propósito.
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación
santa, pueblo adquirido, para que anuncien las virtudes de aquel que los
ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. (1 Pedro 2:9)
Si Dios lo ha querido, es porque ha tenido el deseo bajo un compromiso. Dios
no solo tiene deseos sino que también toma decisiones con base en ellos. Caso contrario sucede algunas veces con nosotros. Nos pasamos la vida con muchos deseos, pero no tomamos una decisión para que ellos se cumplan.
Después de tener un deseo y tomar la decisión de cumplirlo, se adquiere
una gran responsabilidad de cuidar aquello que hemos elegido.
El deseo es libre (Todos tenemos deseos). Pero cuidar el producto de mis decisiones se constituye en obligatoriedad. ¡Qué Gran ejemplo nos da el Señor!
Mi mayor anhelo es estar unida a mi Señor,
En el mismo
espíritu para cumplir su voluntad.
Porque él me ha escogido para una misión,
De enseñar y predicar su palabra de santidad.
¡Qué privilegio poder hacer esta declaración!
¡Con la convicción de que soy pueblo de Dios!
Pues él es mi gobernante, mi Rey y mi Salvador,
Quien me ha hecho libre de toda condenación.
Para ti es esta invitación estimado amigo lector,
Ven y acepta a Jesucristo como tu único Salvador.
Porque no hay otra manera de ser pueblo de Dios,
Y acceder a sus promesas que conllevan bendición.
También recuerda que adquieres compromisos,
Serios compromisos como un pueblo de verdad.
Así que siendo hijo de Dios esfuérzate en testificar,
Para eso Dios a ti te ha llamado, te creó y te
hizo.
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