Madurez espiritual

PURIFICADOS EN AFLICCIÓN



He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción. (Isaías 48:10)

La aflicción es semejante a un horno donde se quema la escoria del oro.
En el horno de la aflicción es donde pasamos la prueba y se nos da el grado de calidad. Por lo tanto, mientras nosotros estemos en buenos momentos, no podremos mostrar quiénes somos realmente.

Es pues, el horno, similar a una prensa o a un machacador, que hace salir lo que está dentro. Pero no puede salir sin la experiencia del dolor.

Ahora bien, si sentimos dolor es porque nuestro yo está muy vivo y se resiste a morir. La escoria es parte de nuestra vieja naturaleza, es algo fuertemente arraigado que no quiere obedecer un llamado de pureza y santidad.

 Dios me ha llamado a santificación,

Y me ha escogido en horno de aflicción.

Mientras más dolor experimento es una señal,

Que algo está muriendo en el hombre natural.



Esta vieja naturaleza hombre o mujer es igual,

Sufren de tal manera para su transformación.

El horno de aflicción nos promueve,

Nos eleva al nivel que Dios quiere.

Es como quitar la infección de una herida,

Para que se manifieste la nueva vida.



La sanidad es un proceso que toma un tiempo requerido,

Con necesidad de antisépticos hasta alcanzar total curación.

Es entonces el horno de aflicción lo que Dios ha elegido,

Para darnos refinamiento aunque pasemos por el dolor.



Si hubiera otro medio más eficaz y apropiado ,

Sin la experiencia del dolor para poder vivir,

Que nos condujera a los mismos resultados.

Seguramente ya Dios los habría utilizado,

Porque nos ama y no quiere vernos sufrir.

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