Protección
OYE LA VOZ DE DIOS
“Mis ovejas oyen mi
voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán
jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10: 27-28)
Para poder oír la voz de Dios primero es necesario ser OVEJA.
La oveja es mansa
pero también es torpe. Por tanto, si nos consideramos sabios en nuestra
propia opinión, o si estamos en rebelión y soberbia no será posible oír la voz
de Dios. Pero si lo escuchamos podremos seguirlo obedientemente y cumpliremos así
su voluntad.
Muchas veces pensamos haber
oído la voz de Dios cuando andamos en nuestros propios caminos, siguiendo la voz
de nuestras emociones y de nuestro propio corazón. ¿Podemos aún oír la voz de Dios?
Cuando somos ovejas tenemos
un Pastor y nos sometemos a él. Toda oveja tiene dueño, tiene un pastor que le guía,
y cuando oye su voz le sigue porque en él confía. Entonces por su obediencia reafirmará
su seguridad.
La obediencia a Dios
promueve nuestra fe, nos permite estar seguros y nos da protección contra los
enemigos que procuran hacernos daño.
Dios dice: “Nadie
las arrebatará de mi mano”
Arrebatar es quitar con
violencia. Por lo tanto, obedeciendo a Dios impedimos ser arrebatados de sus
manos pues estaremos siempre bajo su protección.
En busca de su protección.
No sin antes rendirle mi voluntad,
Para obedecerle fielmente sin tardar.
Abre mis oídos y hazme sensible.
Que sea tu Santo Espíritu quien me guíe,
Y de tus caminos jamás me desvíe.
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