Obedecer
QUIERO SER OVEJA
Un día entendí este principio, y desde entonces he recibido respuestas ¡Admirables! Porque Dios nunca miente. Porque Dios nunca falla.
Cada promesa de Dios va acompañada de un deber, y cuando se es obediente al deber, Dios mismo adjudica el derecho de acceder a sus promesas. Es por eso que sus hijos somos saciados de las grosuras de su casa, y bebemos del río de sus delicias. ¡Miren
cómo trabaja el Dios de pactos!
Ahora bien, si aplicamos la palabra
citada al inicio respecto del DAR,
podemos afirmar con autoridad: “El Señor es mi pastor; nada me faltará.” (Salmos 23:1)
Cuando decimos “El Señor es mi pastor”, queda de
manifiesto que somos ovejas (ya hemos hablado de las características de las
ovejas). Y cuando decimos “Nada me faltará”, estamos garantizando nuestra
provisión futura.
El Salmo 23 es un buen ejemplo que revela la generosidad del Señor en respuesta a la obediencia de sus hijos. De ahí que todas
las promesas que se narran desde el versículo 1 se reciben como consecuencia
de ser UNA OVEJA.
La primera
característica de una oveja se describe en Juan 10:27 cuando dice que la oveja oye la voz de su pastor.
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco,
y me siguen.” (Juan 10:27)
Esta es una referencia
que podríamos citar para decir unánimes:
“Señor,
quiero ser oveja, quiero oír tu voz.
Necesito depender de ti.
Necesito
obedecerte.
Dar
es una bendición como resultado de la obediencia,
Cuando oímos la voz de Dios y determinamos cumplir.
Cuando oímos la voz de Dios y determinamos cumplir.
Entonces decidimos
sin ambigüedades a Él seguir,
Sin ninguna
justificación delante de su presencia.
No hay argumentos válidos para a Dios no obedecer,
Aunque pensemos que
nada tenemos que darle a Él.
¡Examina
detenidamente por donde te ha llevado!
¡Por qué senderos,
por qué caminos has transitado!
¿Piensas es posible obtener nuestros logros al azar?
¿Sin que nuestra
mirada a Dios tengamos que fijar?
¡Claro que no! Sin divagaciones yo puedo responder,
Pues solo hay un Dios en los cielos con gran poder.
Reconozcamos que todo de Dios lo hemos recibido,
Abriendo nuestras manos y dando con
generosidad.
Pero si algo más importante todavía no has rendido,
Busca dentro de ti aquello que
tienes muy escondido,
Seguro que es lo más valioso
Y hoy lo decides DAR.
Y hoy lo decides DAR.
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