Obedecer

QUIERO SER OVEJA


“¡Porque yo, el SEÑOR, no cambio; por eso ustedes, oh hijos de Jacob, no han sido consumidos! Desde los días de sus padres se han apartado de mis leyes y no las han guardado. ¡Vuélvanse a mí y yo me volveré a ustedes!, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. Pero ustedes dijeron: ‘¿En qué nos hemos de volver?’. ¿Robará el hombre a Dios? ¡Pues ustedes me han robado! Pero dicen: ‘¿En qué te hemos robado?’. ¡En los diezmos y en las ofrendas! (Malaquías 3: 6-12)
El pasaje Bíblico de hoy, nos recuerda un principio espiritual para recibir de Dios hasta rebosar. Nos recuerda que si somos obedientes en dar a Dios lo que a Él le pertenece, y si somos generosos con lo que nos entrega, nuestras bendiciones serán completas.

Un día entendí este principio, y desde entonces he recibido respuestas ¡Admirables! Porque Dios nunca miente. Porque Dios nunca falla.

Cada promesa de Dios va acompañada de un deber, y cuando se es obediente al deber, Dios mismo adjudica el derecho de acceder a sus promesas. Es por eso que sus hijos somos saciados de las grosuras de su casa, y bebemos del río de sus delicias. ¡Miren cómo trabaja el Dios de pactos!
Ahora bien, si aplicamos la palabra citada al inicio respecto del DAR, podemos afirmar con autoridad: “El Señor es mi pastor; nada me faltará.” (Salmos 23:1)

Cuando decimos “El Señor es mi pastor”, queda de manifiesto que somos ovejas (ya hemos hablado de las características de las ovejas). Y cuando decimos “Nada me faltará”, estamos garantizando nuestra provisión futura.

El Salmo 23  es un buen ejemplo que revela la generosidad del Señor en respuesta a la obediencia de sus hijos. De ahí que todas las promesas que se narran desde el versículo 1 se reciben como consecuencia de ser UNA OVEJA.
La primera característica de una oveja se describe en Juan 10:27 cuando dice que la oveja oye la voz de su pastor.

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.” (Juan 10:27)
Esta es una referencia que podríamos citar para decir unánimes:
“Señor, quiero ser oveja, quiero oír tu voz.
Necesito depender de ti.
Necesito obedecerte.


Dar es una bendición como resultado de la obediencia,
Cuando oímos la voz de Dios y determinamos cumplir.

Entonces decidimos sin ambigüedades a Él seguir,

Sin ninguna justificación delante de su presencia.



No hay argumentos válidos para a Dios no obedecer,

Aunque pensemos que nada tenemos que darle a Él.
¡Examina detenidamente por donde te ha llevado!
¡Por qué senderos, por qué caminos has transitado!

¿Piensas es posible obtener nuestros logros al azar?
¿Sin que nuestra mirada a Dios tengamos que fijar?
¡Claro que no! Sin divagaciones yo puedo responder,
Pues solo hay un Dios en los cielos con gran poder. 

Reconozcamos que todo de Dios lo hemos recibido,
Abriendo nuestras manos y dando con generosidad.
Pero si algo más importante todavía no has rendido,
Busca dentro de ti aquello que tienes muy  escondido,
Seguro que es lo más valioso
Y hoy lo decides DAR.

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