Humildad


¡NO TENGO DESCANSO!

 

Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y pensamiento de impío, son pecado. (Proverbios 21:4)

¿Dónde podemos detectar la altivez, y dónde vive o radica el orgullo?
Si examinamos estas tres expresiones:
altivez 
orgullo y
pensamiento de impío, 
encontraremos algunas particularidades donde ninguno de nosotros querrá verse involucrado.

Comenzaré haciendo referencia a la altivez de ojos, y para ello quisiera citar la palabra que dice”:
“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz;” (Mateo 6:22)

Cuidar nuestros ojos es cuidar nuestra alma. Por tanto, si cuidamos lo que vemos, y lo que atrae nuestra atención, haremos de nuestra vida un deleite sin participar del pecado.

Tomando en consideración la definición de la palabra “Altivez “, como un sentimiento de superioridad frente a los demás, es preciso señalar entonces, que la altivez es discriminatoria. Es un sentimiento que nos conduce a la jactancia.

Si entendemos el significado del “Orgullo” como exceso de estimación hacia uno mismo, y que nos hace sentir superior a los demás, nos damos cuenta que ambos términos son muy cercanos. Ambos difieren del carácter sencillo y manso de nuestro Señor Jesucristo.  

Jesús nos recomienda asociarnos con los humildes, y nos ordena aprender de Él, porque Él es manso y humilde de corazón. Solo así hallaremos descanso para nuestras almas.
Ahora mencionemos el “pensamiento de impío” para completar la trilogía: Los OJOS, el CORAZÓN y la MENTE.

Estos tres abarcan la totalidad de nuestro ser. De tal manera que si pecamos con uno solo de ellos, no quedaremos exentos de culpa. Pero bendito Jesús que nos anima a confesarle nuestros pecados, y Él como Dios fiel y justo nos limpia de toda maldad. (1 Juan 1:9)

 Yo prefiero acudir a la mansedumbre del Señor,
Pero sé que esto requiere un precio que pagar.
Justamente porque al Yo tengo que renunciar,
Si quisiera vivir libre del orgullo de corazón.

 
Que la altivez no me haga sucumbir al pecado,
Cada día a Dios ruego me purifique de este mal.
Que mi corazón se rinda y esté a él consagrado,
Aprendiendo de su ejemplo y viviendo a su lado,
Anhelante esté mi alma de quererle agradar.
 
Llevo mis pensamientos cautivos a su palabra,
Derribo toda altivez y argumento que se levante.
Pues no quiero vivir del pecado como una esclava,
Sino libre en Cristo quien me ha hecho triunfante.
 

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Cómo Vencer El Temor

Lo Invisible de Dios

Desde lo Alto

¿ERES O NO ERES?

EL HORNO DE LA AFLICCIÓN

NO SERÁS AVERGONZADO

DE NOCHE Y DE DÍA

¿FE O JUSTICIA?

NO TEMAS...

¡DE TODO CORAZÓN!