Perdón
¡NUNCA MÁS!
Así ha dicho el Señor tu Dios, el Dios que aboga
por su pueblo: “Ya he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento, y la última
gota del cáliz de mi ira. Nunca más volverás a beberlo. (Isaías 51:22) RVC
Esta es la siguiente declaración que hace el Dios de amor:
“Yo
abogo por mi pueblo”
En 1 Pedro
2:9 Dios dice que
somos su pueblo adquirido para que anunciemos sus virtudes.
¿Hay alguna virtud en
la presente declaración? ¿“Yo abogo por
mi pueblo”?
Que siempre nuestros ojos estén abiertos,
para ver tan grande manifestación de amor.
En
la defensa que Dios por nosotros ha hecho
Al declararnos justos y libres de condenación.
¿De qué
tendría Dios que defenderme? Y… ¿Por qué
tiene que abogar por mí?
¡Es claro! Yo no soy
autosuficiente. Yo no tengo la capacidad de defenderme sola.Dios es quien defiende nuestras almas del maligno. Es el único que borra nuestras rebeliones por amor de su nombre y nos declara justos, cuando hayamos puesto nuestra fe en su Hijo Jesucristo. Después...nos llama “su pueblo”
¡Qué gozo poder identificarnos con este nombre!
Pesaba sobre nosotros la culpa por haber pecado, y el
salario del pecado es la muerte. Por esa razón todos nosotros estábamos muertos
(espiritualmente) Pero cuando nos
arrepentimos, después de recibir de Dios su perdón, escuchamos su voz diciendo: “Nunca más beberás el cáliz de mi ira”
El
Señor lo ha dicho y queda ratificado,
Que
soy su pueblo y el aboga por mí.
Ha
borrado las manchas de mi pecado,
El
cáliz del aturdimiento ha quitado,
Ahora
su voz me dice: “Heme aquí”
Es
un presente continuo esta declaración,
Pues
tendrá vigencia por toda la eternidad.
Mi
vergüenza y mi culpa no retuvieron su amor,
Sino
que me dice “Mi ira nunca más la beberás”.
Mi corazón reposa en quietud y en confianza,
Porque
conozco cuál es el estado de mi alma.
Ahora
ya no estoy bajo condenación,
Lo
que tengo es de Dios su perdón.
Su
ira ha sido quitada para siempre,
También
aboga las veces que yo lo requiera.
Es
su bondad divina una virtud perenne,
Que
no me ha dejado de su gracia fuera.
Es
una promesa del Dios que todo lo puede,
Del
que no miente ¡De ninguna manera!
Quiero
invitarte a acogerte a esta promesa,
De
ser llamado pueblo del Dios viviente.
Solo
acepta que Cristo pagó con su muerte,
Y
serás librado de la condenación eterna.
Hoy
tú puedes recibir por gracia la salvación,
Ven,
confiesa tus pecados y recibe el perdón.
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