¡LIMPIÉMONOS!
¡LIMPIÉMONOS!
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios. (2 Corintios 7:1)
En más de una ocasión hemos hablado del Temor de Dios
con relación a la sabiduría. Pero hoy lo trataremos bajo el punto de vista de la
santidad.A propósito, la palabra SANTIDAD suena como a “santo” ¿Cierto?
Pues, algunas personas todavía consideran que los
santos son las estatuas o alguien que ha sido canonizado. Pero te puedo decir
que la Biblia habla al respecto de manera totalmente diferente. De hecho, Dios
dice que procuremos la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al
Señor. (Hebreos 12:14)
Nos damos cuenta entonces, que la santidad según el
anterior versículo, la debemos vivir en toda nuestras relaciones. Por
consiguiente, la santidad no es una opción. La santidad es ¡Indispensable!
No sé si estás de acuerdo, sin embargo para no entrar
en controversia, porque se trata es de conocer qué dice Dios y no de presentar
nuestros propios argumentos, miremos a continuación la explicación del texto
del encabezamiento:
Primero Dios nos dice que tenemos “Tales promesas”
¿Cuáles promesas?
Para responder la pregunta leamos el siguiente texto:
¿Y qué acuerdo hay
entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios
viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y
ellos serán mi pueblo. (2 Corintios 6:16)
Ø Dios habita y anda entre nosotros,
Ø Dios es nuestro Dios,
Ø Nosotros somos su pueblo.
Por cuanto somos pueblo de Dios y hemos sido constituidos
templo santo donde habita su Espíritu, ¡por eso debemos limpiarnos!¿Acaso nosotros beberíamos el agua limpia contenida en un vaso sucio?
Ya que tenemos Tales Promesas Dios demanda que
nos limpiemos de todo lo contaminante, ya sea en nuestra alma, ya sea en
nuestro cuerpo. ¡Eso es Santidad!
La santidad no es nada místico, solo se trata de pureza
y de limpieza. Pero hay algo más, y es que por causa y en consecuencia del temor de Dios somos
santificados.
Que la santidad no es
misticismo ni tampoco es religiosidad.
Que en santidad podemos
vivir aunque estemos en esta tierra,
Esto es posible aunque
habitando en un cuerpo de debilidad.
Porque Dios nos ha dado un recurso de gran valía,
Pues hemos recibido su Espíritu Santo como garantía.
Él es quien nos ayuda
para santificarnos cada día,
Y para vivir agradando
al Padre como Cristo lo hacía.
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