¿DIOS ESTÁ ENOJADO?
Es pues, entonces, el amor de Dios la más grande virtud que forma nuestro carácter y nos ayuda a dominar el temperamento. Es más, el amor de Dios es el primer elemento del fruto del Espíritu Santo indispensable para alcanzar plena madurez.
Por causa del pecado, algunas veces nos hemos sentido amenazados por la ira de Dios y hemos olvidado el poder de su gracia. Cierto es, ¡Dios es justo y santo! pero en virtud de su amor y misericordia no hemos sido destruidos. Leamos textualmente como está escrito en las Sagradas Escrituras:
¡El gran amor del Señor no tiene fin, pues sólo ha sido por su misericordia que nos ha guardado de la destrucción completa! (Lamentaciones 3:22) NBV
El hecho de estar bajo la gracia de Dios no nos da licencia para pecar. Es tiempo de un verdadero arrepentimiento para evitar que satanás nos acuse. No permitamos que por causa de nuestra desobediencia el enemigo nos arrincone y nos haga infructuosos. Reconozcamos nuestro pecado. Aceptemos el perdón de Dios. Dejemos que su amor nos arrope y arrojémonos en sus brazos. Sequemos nuestras lágrimas y permanezcamos en obediencia junto a él.
El llanto
puede ser evidencia de que hay un gran dolor,
Pero déjame decirte que también eso es momentáneo.
Si eres alguien que por muchas noches has llorado.
Hoy es un nuevo día para dejar atrás el sinsabor.
Pues, mientras tú duermes Dios se encarga de sanarte,
Sana las heridas que te han hecho llorar intensamente.
No es necesario que lo digas para que lo sepa la gente,
Solo Dios es suficiente por eso ha venido a consolarte.
Cristo vino a traer consolación a todos los enlutados,
Y un manto de alegría nos coloca como vestidura.
Él remueve las cenizas que nos han angustiado,
Reemplazándolo por atavío de alegría que perdura.
No hagas más memorias de tus lágrimas de dolor,
Acepta el bálsamo que pone en ti el Gran consolador.
Ha llegado la alegría porque es un nuevo amanecer,
Con la luz de Cristo se van las tinieblas del ayer.
El llanto es apocado cuando asoma la alegría,
Siempre hay tiempo de celebrar el nuevo día.
Que el llanto en gozo se tenga que convertir,
Y la tristeza en canto que nos haga sonreír.
Invitemos al Señor a ser parte de éste día,
Celebremos lo que hoy hará con su favor.
¡Gracias Padre por sustentarnos con tu amor!
¡Te alabo porque has dado paz al alma mía!
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