EN EL DESIERTO
DIOS HABLA AL
CORAZÓN
Pero
he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.
(Oseas 2:14)
Miremos en este pasaje de
las Sagradas Escrituras, el orden que Dios
eligió para profundizar una íntima comunión con él:
Primero,
nos conquista
Segundo, nos
lleva al desierto
Tercero,
nos habla al corazón
Dios sabe que para poder oír
su voz en nuestros corazones, necesitamos estar a solas con él; separados de
toda distracción, de todo aquello que nos impida escucharle.
Sí, Dios ha
usado esta “estrategia” particular de encuentro desde siglos.
Justo en el momento que
nos dejamos conquistar por Dios, se adquiere el sello de garantía para oír su
voz, NO con nuestros oídos SINO, con el corazón.
Muchas veces de oídas hemos
oído a Dios como le sucedió al patriarca Job. Pero Dios no espera que simplemente le oigamos,
sino que seamos hacedores de lo que Él nos habla. Y para poder lograrlo es
necesario oírle con el corazón.
En lo personal, podría decir que la mejor manera que Dios ha usado para hacerme entender y reflexionar
ha sido Llevándome hacia el “desierto.”
Además, ha sido allí en el
desierto (pruebas, dificultades, aridez, carencias, soledad, dolor…) donde he
sido confrontada, a tal punto de rendirme verdaderamente hasta quedar
mi corazón desnudo.
Estimado amigo lector, tal
vez sea tu caso algo parecido al mío, ya que, estás atravesando por un valle de
lágrimas. Pero permíteme decirte que si estás en esta estación de la vida, tal
como el invierno antecede a la primavera, muy pronto brotarán las flores y
podrás sonreír mirando tu experiencia como parte del proceso de conocer mejor a
Dios.
Doy
gracias a ti Señor por llevarme al desierto,
Tú
me atraes porque no iría sin una motivación.
Tal
sucede que no me das ninguna explicación,
Simplemente
me llevas hacia un encuentro.
Porque
tú quieres hablar conmigo muy directo,
¡Sí, Tú quieres hablarle directo a mi corazón!
Me
atraes llevándome de tu mano y me hablas,
Luego
sucede la transformación de mi corazón.
¡Qué
manera efectiva de escuchar tu palabra!
¡Bendito
desierto escuela amorosa del Señor!
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