¡SERÁS CONSOLADA!

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Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.  (Mateo 5:4)

Debido al inmenso amor de nuestro Señor Jesucristo, cuando una persona llora se le llama bienaventurada, porque recibe consolación. Este consuelo puede ser recibido de manera directa, es decir, cuando por medio del Espíritu Santo se experimenta la paz interior, o a través de los medios que Dios quisiera usar para cumplir su palabra.

Hay múltiples situaciones que tocan nuestro corazón y como consecuencia desencadena el llanto. Sin embargo, encontramos personas que lloran por razones equivocadas.

¿Por qué equivocadas?

Porque de alguna manera se interpone solo una emoción motivada por el deseo egoísta o caprichoso. Ya sea enojo, ira, decepción, incluso; hay casos de algunos que lloran por rebelión, porque no quieren hacer lo que deberían  hacer.

¿Razones hay que justifiquen su llanto?

Si este es tu caso, y dices que SÍ las hay, comprendo tu apreciación del concepto “Justificar” porque también yo pasé por ese camino que ahora tú estás transitando.

¡Claro! ¡Yo lloraba sin razones ciertas! Tanto que algunas veces me pregunté a mí misma si existía una causa real para hacerlo. Afortunadamente pude ser consciente que algo andaba mal, porque lo que yo consideraba un motivo para llorar no era precisamente una bienaventurada, pues, no recibía consolación; sino que como un ciclo cerrado interminable, mi llanto se repetía una y otra vez hasta arroparme de amargura y depresión.

Hoy te animo a evaluar tus lágrimas aplicando el siguiente texto Bíblico, y... ¡Considérate Bienaventurada!

Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte.” (2 Corintios 7:10)
Yo viví la experiencia personal muchas veces,
De llorar por razones irreales o equivocadas.
Evalúa si por cualquier motivo te entristeces,
Entonces vas a saber si eres bienaventurada.

Porque por  muy intenso que sea el llanto,
Aunque estemos en medio del quebranto,
Tenemos promesa de recibir consolación.
A mí el gran consolador el Espíritu Santo,
Innumerables veces me ha consolado.
Así de esta manera me ha capacitado,
Para consolar a los que lloran de dolor.

No en el lloro ocasionado por emociones inestables,
No en el llanto que aparece cuando vemos a otro llorar.
Sino cuando hay lágrimas en tus ojos pero sabes,
Que Dios está allí presente y Él te vino a consolar.




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