¡COMPLETA PAZ!

¡COMPLETA PAZ!
 
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Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. (Isaías 26:3)
Muchas veces hemos oído el énfasis que se le da a la expresión “paz mental”. Sin embargo, la paz no solo es relativa a nivel de la mente; porque entonces, ¿Dónde quedarían el espíritu, la voluntad, y las emociones para que fuese una paz integral?

Hoy en día encontramos un sinnúmero de ofertas para proporcionar paz a la mente. Para aliviar el alto nivel de estrés que se provoca por el activismo y por las múltiples preocupaciones.
Todavía no son suficientes las terapias relajantes, la música instrumental, los paseos al aire libre… Todo ello es complementario para una vida saludable. Pero solo cumplen el papel de medicina temporal; porque para curar el problema desde la raíz, es necesario atender el consejo de la Palabra de Dios.

El Señor nos dice que existe una “Completa Paz” que puede ser disfrutada por todos aquellos que piensan constantemente en su palabra, y que además, Él es el único que puede proporcionar la paz verdadera. (Juan 14:27)
Las familias en conflicto, los países en guerra, las comunidades enemistadas y todo ser humano piden a gritos la paz interior.

Pero… ¿Por qué no la pueden hallar?
¿En qué lugar la están buscando?

No puede ser hallada en el mismo hombre ni en los sistemas políticos. Pues, muy bien sabemos que las guerras y los pleitos se originan en el corazón. Por lo tanto, si no hay un desarme en el interior, es imposible conseguir paz. (Santiago 4:1)
Si nos hicieran ésta pregunta: ¿En qué piensas tú constantemente?
Y si respondiéramos:

-        En mi familia,

-        En la economía,

-        En mi salud,

-        En el sistema político del país,

-        En el desorden moral y social…
Todas nuestras respuestas nos definirían, pues, tal como el hombre piensa en su corazón, así es él. (Proverbios 23:7)

Atendamos, pues, la regla de oro señalada por Dios para mantener ocupada nuestra mente con este fundamento, lo cual a su vez nos proporciona la paz sostén de nuestra fe.
Si confiamos en todo el consejo de Dios, se desarrollará un proceso cíclico que nos llevará a meditar en su palabra de día y de noche y será una delicia a nuestra alma. (Salmos 1:2)

Así que de acuerdo con lo que yo pienso,
Se establecerán los principios de mi vivir.
Y con respecto a lo que hablo así obtengo,
Entonces es mejor dejar a Dios en mí fluir.
 
Pues si pienso en lo que dice su palabra,
Esto será lo que cada día voy a desear.
Me gozaré y buscaré la paz tan anhelada,
Y solo de ella me voy a querer alimentar.
 
Quiero que mi vida sea guardada en paz completa,
Necesito la seguridad que da Jesucristo el Señor.
Solo así mi alma siente tranquilidad y está quieta,
Porque solo Él la proporciona con su grande amor.
Las Sagradas Escrituras hacen esta declaración,
“Mucha paz tienen los que aman la ley del Señor.”

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