¡DIOS RESPONDE!
¡DIOS
RESPONDE!
Clama
a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. (Jeremías 33:3)
¿Quieres conocer cosas grandes y ocultas que aún no te han sido
reveladas?
Te has preguntado ¿Por qué hay personas que dicen haber recibido una
revelación de Dios mientras oraban o después de haberlo hecho?
Ello indica solo una cosa: La oración fue más que “una simple oración”.
La oración fue hecha con vehemencia, fue hecha desde lo más profundo del corazón.
El CLAMOR es un método de Dios que nos habilita para recibir las cosas
grandes y ocultas de su reino. El clamor es una puerta de acceso a sus revelaciones, es por eso que una oración al Padre puede cambiar el destino y la visión
de aquellos que deciden obedecerlo.
El Señor promete vernos y oír nuestro clamor.
Los ojos del Señor
están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor. (Salmos 34:15)
Oremos de tal manera que recibamos las cosas reveladas de Dios, y no nos
conformemos con lo ordinario y pequeño.
Una persona de oración es persona de Visión, porque recibe revelaciones
en la intimidad con el Padre.
Una persona que ora con perseverancia es confiable, pues, recibe el
conocimiento de Dios en lo secreto.
Cuando Dios dice: “Clama a mí”
nos garantiza que ciertamente no nos defraudará. Si primero clamamos a él, él nos revelará
lo que debemos hacer.
Determinemos entonces, antes de ir a cualquier persona en busca de ayuda o
consejo, acercarnos al trono de la gracia para recibir dirección y la respuesta
que necesitamos.
Manteniendo una disciplina de oración, nuestra vida no será pasiva, sino
que estaremos en constante renovación recibiendo más y más del corazón de Dios.
El Señor afirma:
“Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún
hablan, yo habré oído” (Isaías 65:4)
Cada vez que clamemos, estemos seguros que Dios nos oye y nos responde. Por tanto... ¡Descansemos en su fidelidad!
Que sea Dios nuestra dulce compañía,
Para deleitarnos en íntima comunión.
Quiere él revelarnos su tierno corazón.
¡Recibe cosas grandes y ocultas alma mía!
Vivir sin tu presencia yo no podría,
Si no hablo contigo mi vida se secaría.
¡Oh que diera por conocerte más mi Señor!
Rindo mi voluntad para buscarte en oración.
Clamo a ti día y noche con vehemencia,
Pues quiero conocer lo que has de revelar.
Aquí estoy dispuesta a recibir inteligencia,
Gracias Padre amado que me la has de dar.
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