¡QUÉ INJUSTICIA!

¡QUÉ INJUSTICIA!

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¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?  ¿Se tardará en responderles? (Lucas 18:7)

En el pasaje de hoy, Jesús refiere una parábola a sus discípulos acerca de una viuda que iba de continuo donde un juez, el cual no tenía temor de Dios, ni tampoco respetaba a los hombres. A pesar de ello, la viuda venía a él constantemente diciendo: “Hazme justicia de mi adversario.” 

Por algún tiempo el juez no quiso atender la petición de aquella viuda. Pero después dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni respeto a hombre alguno, sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia.”

Y el Señor Jesús dijo: Escuchad lo que dijo el juez injusto. ¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a El día y noche? ¿Se tardará en responderles?  Os digo que pronto les hará justicia.

Reflexionemos en las DOS preguntas que hace el Señor Jesús:

1. ¿NO HARÁ DIOS JUSTICIA A SUS ESCOGIDOS QUE CLAMAN A ÉL DÍA Y NOCHE?

Ahhh... ¿Entonces la justicia de Dios es hecha solo a sus escogidos?
Bueno… Sabemos que Dios hace justicia a todos los oprimidos, a los que sufren violencia, a los que son tratados injustamente, a los que se les ha hecho daño.

Ese es el trato que Dios da por misericordia a todas sus criaturas. Pero ha prometido hacer justicia por derecho a sus hijos que claman a él con perseverancia.

2. ¿SE TARDARÁ EN RESPONDERLES?

Es imperativo que… ¡Debemos clamar!

La tendencia humana es buscar primero la ayuda de los hombres, mas Dios nos dice que debemos clamar a él. Podemos gritar si es necesario y no recibiremos reproche alguno. Su mano generosa será extendida y atento está su oído cada vez que clamamos. Dios no se cansará sino que efectivamente nos dará su respuesta.

Dios no se tardará. No nos dejará esperando toda la vida. No, su respuesta llegará oportunamente. Pero si solamente oramos cuando nos oprime alguna situación, mas no cuando hay quietud y tranquilidad, estamos asumiendo una actitud pasiva; estamos haciendo el tipo de oración ocasional que solo busca satisfacción inmediata. Pero la oración perseverante es aquella que se propone recoger frutos que trasciendan para la eternidad.

En la medida  que obedezcamos a Dios en ésta orden: Orar con perseverancia (orar sin cesar) (1. Tes.5:17) En esta medida recibiremos la respuesta oportunamente. 

Ayúdame Señor a orar con perseverancia,
¡Ayuda a tus hijos Oh Dios a orar sin desmayar!
Que podamos anhelarte desde el fondo del alma,
Que no seamos delante de ti un visitante ocasional.

Permite que llegue ante tu presencia con gozo,
Con perseverancia y regocijo venga a ti y clame.
Que no deje pasar un día sin buscar tu rostro,
Sino  con deseo ferviente y decisión constante,
 Me aferre a tus promesas para obtener reposo.

No tardas en responder y darme salvación.
Porque cada oración que a ti he elevado,
Están en las memorias de tu libro sagrado.
Y siempre que fervientemente he clamado,
Tú te has hecho presente en medio del dolor.


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